Analista de sistema

Es casi media noche. La estación de omnibus no es de las más seguras. Es que cuando el sol desaparece se transforma en tierra de nadie. El colectivo se demora más de la cuenta y parece que se tardará un rato largo. Pero aún así, no hay motivos para estar tan nervioso. El hombre que está sentado en las banquetas públicas de la estación se muestra verdaderamente exaltado. De aproximadamente 50 años , con un cigarro en su boca, una bermuda a cuadros y una camisa desarreglada. Su pierna no para de moverse, como si tuviera una especie de hormigueo que lo deja en paz. Todos coinciden en que algo lo debe tener así. Un problema debe darle vuelta en la cabeza. Quizas a está a punto de tomar una decisión de vida o muerte. Pero ¿a la medianoche? ¿esperando el colectivo? A lo mejor el quiere contarles a todos lo que le pasa. O talvez ni se haya dado cuenta que los demás lo observan. Algo debe haberle pasado, algo muy malo, asegura alguien. El hombre interrumpe su ritual nervioso para comenzar a caminar de un lado a otro. Sin mirar a nadie ni a nada. El hombre es preso de sus pensamientos, de sus problemas. El hombre es preso del sistema.